martes, 12 de agosto de 2014

¿Dios te está llamando?

De vuelta por este espacio, amados lectores, en esta ocasión deseo compartir con ustedes esta inquietud que es una realidad, que  muchas veces nos agobia el poder obtener una respuesta certera acerca de lo que es el verdadero llamamiento de Dios en nuestras vidas.

¿Somos todos llamados a un encuentro con Dios? ¿Cómo saber cuando estamos siendo llamados a un ministerio, a realizar la obra de Dios? ¿Qué es lo que Dios desea que hagamos?

En realidad, nos toca escudriñar un poco nuestro manual de vida "la biblia" y pedir sabiduría a nuestro padre celestial para poder entender con facilidad qué es lo que él demanda de nosotros.

Como dice Mateo 22:14, "muchos serán llamados, pero pocos los escogidos", así podemos ver en la biblia el ejemplo de Jonás quien fue escogido para ir a Nínive y rescatar a las almas buenas, sin embargo Jonás no quiso atender a este llamado y se desvió de su camino, así pues sucede con muchos de nosotros que somos llamados a hacer la obra de Dios pero nos dejamos llevar por el día a día, por las circunstancias pasajeras, por sentimentalismos y demás poniéndolas como excusas para no realizar la buena obra.

 Entramos en un "estado de indiferencia", donde no nos importa el sufrimiento del prójimo aun si es nuestro familiar, tratamos de huir del compromiso, la responsabilidad,  de la depresión, el sufrimiento, una enfermedad, problemas matrimoniales o financieros, es el ejemplo del actor Robin Williams quien  en un intento desesperado de huir  de su situación logró quitarse la vida, pero de forma egoísta deja a una familia sucumbida en dolor, además de los problemas financieros que deban afrontar, esto lo hace el enemigo, él quiere destruirnos atacando lo más importante, nuestro corazón a través de la familia, por eso debemos estar muy atentos a la verdad, que nos será revelada.

El llamado de Dios: Es meramente una revelación del Espíritu Santo que no le es dada  a todos, sino a los escogidos, pues los discípulos de Jesús le preguntaron: -¿Por qué hablas en parábolas?. El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os he dado a conocer los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les he dado. (Mateo 13:10-11). Como comprenderá si Dios le está llamando él le va a dotar de sabiduría para entender  la verdad, su palabra, cuando la lea, la vea o la escuche. De esta manera sabrá cuando Dios le está llamando.

Lo que Dios demanda de nosotros: Es importante el cumplimiento del llamado pues Dios siempre tiene un plan para nosotros, Jonás a pesar de su terquedad y de querer huir de Jehová (Jonás 1: 1-10), no pudo salirse con la suya, Dios lo llevó al extremo hasta que se arrepintió y elevó oración pidiendo perdón y jurando que haría lo que Dios le había encomendado. Dios siempre se saldrá con la suya, siempre se cumplirá su voluntad (Génesis 28: 15), Dios no nos dejará hasta que haya hecho en nosotros lo que Él ha dicho. Dios nos da un propósito, y no te dejará en paz hasta que hayas hecho lo que Él ha dicho; es decir es nuestra decisión cómo queremos hacerlo “si por las buenas o por las malas”.

Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca tropezaréis (2 Pedro 1:10)

Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos;  Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra. (Salmos 103:17-18)


Espero sea de reflexión y si desean dejen su comentario.

viernes, 10 de enero de 2014

Dar, Orar y Ayunar: Cordón de tres dobleces

Feliz y prosperado año 2014 sea para todos ustedes, en este inicio de año queremos invitarlos y exhortarlos a continuar estudiando y escudriñando la bendita palabra de Dios. Iniciamos un maravilloso año y decretamos cielos abiertos y el deseo de reconciliarnos con nuestro padre celestial para recibir las bendiciones que en su plan perfecto él tiene para cada uno de sus hijos. Para comenzar queremos afianzar nuestra fe y compromiso con Dios para hacer su bendita obra y para eso vamos a aprender a unir fuerzas y mantenerlas para que llegue la revelación divina de los planes de Dios para con nosotros, que siempre son buenos y mayores a los nuestros. Dice la palabra que mejor son dos que uno porque con sus fuerzas más es lo que pueden lograr, aún más si son tres porque se hace difícil romper un cordón de tres dobleces (Eclesiastés 4:9-12). Asimismo para afianzar nuestras fuerzas, para vencer al enemigo y tener protección divina es un gran escudo y arma espiritual el cordón de tres dobleces en cuanto a: DAR, ORAR y AYUNAR.

Estas tres acciones son necesarias para buscar el rostro del Señor y entrar en comunión con él.  En el capítulo 6 de Mateo, del versículo 1 al 18, Jesús enseña importantes lecciones acerca de la vida del creyente. La sinceridad de nuestro corazón es importante, nuestro maestro nos exhorta a tener intimidad con nuestro padre Jehová, a actuar en secreto, dice: Cuando des tu limosna que tu izquierda no se entere de lo que hace la derecha (Mateo:6:3), Cuando ores cierra la puerta y ora a tu padre que está en secreto y éste te recompensará en lo público (Mateo:6:5-6), Cuando ayunes no busques llamar la atención al contrario muéstrate impecable para que no se vea tu sacrificio (Mateo:6:16-18), Jesús resalta que son prácticas que tienen valor cuando se hacen de manera intima, entre uno y Dios, sin buscar llamar la atención, o ganar elogios por lo que hacemos.

Estas tres actividades tienen que tener como centro a Cristo, y no ser egocéntricas, para que tengan valor. El que cuenta lo que da, el que ora a voces y de manera verbosa en público y no puede conversar con su Padre en privado, o el que mientras ayuna lo demuestra para conseguir la atención, ¡no está haciendo ninguna de estas cosas como a Dios le agrada. Sus palabras establecen que estas tres cosas son el baluarte de la vida del cristiano: DAR, ORAR y AYUNAR. Son los tres dobleces del cordón del hijo de Dios.

Ahora vamos a examinarnos y veamos si estamos dando, orando y ayunando; y si lo hacemos como a Él  le agrada. Vamos a seguir aprendiendo de su palabra, entender el propósito, para qué ayunar, cómo hacerlo y cuándo.

martes, 24 de diciembre de 2013

Felices Pascuas y próspero año nuevo 2014

Mientras llegaba la Pascua nuestro señor Jesús nos enseñó sobre el servicio al Reino de Dios. Nos enseñó que no hay distinción entre quién sirve y quien es servido, entre un jefe y un empleado, un padre y un hijo, un pobre y un rico. Simplemente hay que hacer su obra sea a uno mayor o menor.  Este ha sido su mandato. Vayamos con gracia y hagamos su obra,  en esta Navidad sirvamos al desamparado, al enfermo de cuerpo y de espíritu, a los más necesitados, vamos a servirles con agrado,  con amor y misericordia. Vamos a recordarle a nuestros seres queridos cuánto les amamos. Estemos dispuestos a perdonar y a pedir perdón por nuestras ofensas.

Deseamos que tengan la primera de la mejor Navidad que está por venir en cada una de sus vidas. 

Para recordar  a nuestro maestro les dejamos estos pasajes bíblicos:

Juan 13:1-17 NTV

Antes de la celebración de la Pascua, Jesús sabía que había llegado su momento para dejar este mundo y regresar a su Padre. Había amado a sus discípulos durante el ministerio que realizó en la tierra y ahora los amó hasta el final.  Era la hora de cenar, y el diablo ya había incitado a Judas, hijo de Simón Iscariote, para que traicionara a Jesús. Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas y que había venido de Dios y regresaría a Dios.


Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: —Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? Jesús contestó: —Ahora no entiendes lo que hago, pero algún día lo entenderás. —¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies! —Si no te lavo —respondió Jesús—, no vas a pertenecerme. —¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies! —exclamó Simón Pedro. Jesús respondió: —Una persona que se ha bañado bien no necesita lavarse más que los pies para estar completamente limpia. Y ustedes, discípulos, están limpios, aunque no todos. Pues Jesús sabía quién lo iba a traicionar. A eso se refería cuando dijo: «No todos están limpios». Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó: —¿Entienden lo que acabo de hacer? Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy. Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les di mi ejemplo para que lo sigan. Hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. Les digo la verdad, los esclavos no son superiores a su amo ni el mensajero es más importante que quien envía el mensaje. Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas.

Mateo 25:31, 34-40, 42-46 NTV


Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado por todos los ángeles, entonces se sentará sobre su trono glorioso. Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.  Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar.  Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron”. »Entonces esas personas justas responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos algo de beber, o  te vimos como extranjero y te brindamos hospitalidad, o te vimos desnudo y te dimos ropa,  o te vimos enfermo o en prisión, y te visitamos?”. »Y el Rey dirá: “Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”. Pues tuve hambre, y no me alimentaron. Tuve sed, y no me dieron de beber.  Fui extranjero, y no me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y no me dieron ropa. Estuve enfermo y en prisión, y no me visitaron”. »Entonces ellos responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre o con sed o como extranjero o desnudo o enfermo o en prisión y no te ayudamos?”. Y él responderá: “Les digo la verdad, cuando se negaron a ayudar al más insignificante de estos, mis hermanos, se negaron a ayudarme a mí”. Y ellos irán al castigo eterno, pero los justos entrarán en la vida eterna.