lunes, 30 de septiembre de 2013

Evangelio de Marcos 8

Evangelio de Marcos capítulo 8

Según el evangelio de Marcos la compasión de nuestro señor Jesús era tan especial que no dejó ir sin comer a  la multitud que le seguía, el temía que al  dejarlos ir se desmayaran por el camino, así que mando a sus discípulos que repartieran entre la gente 7 panes, tenían además unos cuantos pescaditos en ese momento, Dio gracias, partió el pan y lo repartió quedando todos satisfechos, eran cuatro mil, luego los despidió y se marchó. 


No tardaron en llegar los fariseos para tentarlo nuevamente pidiéndole que diera una señal del cielo a lo cual él les contestó que no les sería dada ninguna señal. Los dejó para embarcarse y allí Jesús les advirtió a sus discípulos que tuvieran cuidado de no llevar con ellos la levadura de los fariseos y la de Herodes y los discípulos murmuraban entre ellos diciendo: esto dice el maestro porque no tenemos pan y Jesús al escucharlos los reprendió recordándoles los milagros que ellos acababan de presenciar y les dijo acaso tienen ojos y no ven y tienen oídos pero no oyen, pues aquí la lección era que no se juntase la levadura de los fariseos con ellos para que no los contaminaran de su incredulidad y mala fe.






Jesús en su infinita misericordia continúa haciendo milagros, esta vez sana a un ciego pero para evitar las murmuraciones de los fariseos lo saca del pueblo y en un lugar apartado le devuelve la vista de forma progresiva pero como todo lo que el maestro hace perfecto no deja nada a media, recupera totalmente la vista, luego le prohíbe que entre al pueblo porque ya lo habían visto buscando de Jesús.

Luego Jesús escuchaba  lo que decían de él y le preguntó a Pedro quién creía que era él y éste reunido con los demás discípulos le confiesa que él cree que Jesús es el hijo del Señor.  Jesús continúa predicándoles y predice su muerte, les dice: —El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Es necesario que lo maten  y que a los tres días resucite. Cuando Pedro lo oyó, lo llevó aparte para tratar de persuadirlo de que no cumpliera esa palabra. Qué difícil debe haber sido para Pedro tener que aceptar que su gran maestro lo dejaría y en tal circunstancia. Inmediatamente, el gran maestro Jesús identificó la voz de satanás y le dijo:- ¡aléjate de mí satanás!. Porque estaba en contra de los designios de su padre nuestro Dios. Y le dijo a la multitud y a sus discípulos, aquél que me quiera seguir debe negarse a sí mismo y llevar su cruz. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará. 

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